Diario de una fea

Era una niña tan, pero tan fea, que sus papás le tenían que atar un trozo de carne al cuello para que el perro jugara con ella.

Cuando la secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo suyo a su familia para pedir recompensa y la madre les contestó que quería más pruebas.

Un día le dijo en secreto un chico de la escuela: "Ven a mi casa hoy en la noche, no habrá nadie", ella, muy emocionada fue y, efectivamente, no había nadie.

El psiquiatra le dijo un día que se estaba volviendo loca, ella le respondió que quería escuchar una segunda opinión y el psiquiatra le dijo: "de acuerdo, además de loca es usted muy fea".

Cuando se iba a suicidar tirándose de un edificio, mandaron un cura a darle unas palabras de aliento, él dijo: "Es difícil afrontar grandes retos, pero sólo debes dar un paso...".